Monterrey

María E. García: Calidad en el Trabajo ante la Incertidumbre Económica

Un pilar estratégico para la sostenibilidad empresarial.

En tiempos de incertidumbre económica, la eficiencia y la creatividad son atributos básicos para la supervivencia de las empresas, como miembro colaborador de una empresa mediana en México, he observado que estos atributos mencionados son subestimados en momentos de crisis.

Sin embargo, existe una base que sostiene estos elementos: la calidad en nuestro trabajo, en las actividades diarias. Lejos de ser una medida de control o un concepto técnico ligado a estándares, la calidad representa una filosofía integral que puede marcar la diferencia entre el cierre de la empresa y el crecimiento sostenible de la misma.

La calidad en nuestro trabajo no se limita a solo reducir los errores o al cumplimiento de las diversas obligaciones, leyes, políticas o normativas.

Es un enfoque integral que implica compromiso, diciplina, mejora continua, una cultura de hacer un buen trabajo desde él inicio y lograr obtener una satisfacción tanto interna (empleados) como externa (clientes y proveedores).

En algunos artículos que he leído, como por ejemplo el de la “Gestión de calidad como resiliencia empresarial durante las crisis económicas” por Herrero, C., Sanchís, R., & Canet, M, se expone que la calidad ha pasado de ser una herramienta operativa centrada solo a la reducción de defectos a convertirse en un eje estratégico que permite a las empresas adaptarse mejor a los entornos económicos volátiles.

Esta visión ha evolucionado a través de la historia, convirtiéndose en un activo estratégico dado que está estrechamente relacionada a una cultura organizacional, al clima laboral y a la participación del trabajador en la toma de decisiones, lo que demuestra que no es solo una cuestión técnica, sino también humana y organizativa.

Durante una crisis económica, mundial o local donde se genera una incertidumbre, la mayoría de las empresas deciden reajustar el presupuesto, reducir el personal o abstenerse de iniciar o continuar con inversiones.

Aparentemente estas decisiones, en el corto plazo, pudieran verse adecuadas, sin embargo, en un largo plazo se desarrollarían nuevas situaciones de riesgo al debilitar las capacidades internas de la organización por los recortes.

La calidad, en cambio, propone una estrategia diferente, donde su propósito es fortalecer los procesos internos para hacerlos más eficientes, precisos y alineados a los objetivos de la empresa.

Existen investigaciones donde se muestra evidencia clara sobre la calidad, más que un tema técnico u operativo, se utiliza como incentivo estratégico para la ventaja competitiva, por dar un ejemplo, durante la crisis de 2020 se observó su uso.

La implementación de la calidad no requiere necesariamente de una gran inversión, pero si de una transformación del pensamiento y cultura operativa. A continuación, comparto tres pilares para obtener una aplicación sana:

1. Liderazgo enfocado en la mejora continua

Los líderes deben dar con el ejemplo la calidad, no solo con supervisión de procesos o actividades, sino en incentivar a los equipos a proponer mejoras y analizar los errores como una nueva oportunidad.

2. Medición, control y retroalimentación constante

Contar con indicadores clave de desempeño que midan la calidad no solo en producción, sino en cifras financieras, servicios, relaciones laborales y satisfacción del cliente, permitiendo así actuar con mayor precisión ante cambios del entorno.

3. Capacitación y empoderamiento del talento

En contextos inciertos, el talento humano se convierte en el activo más valioso que las empresas cuentan, invertir en capacitación, formación continua, en metodologías, otorgar autonomía a los trabajadores e incrementar el compromiso con la calidad.

Aunque las grandes corporaciones ya cuentan con sistemas formales de gestión de calidad, son las micro, pequeñas y medianas empresas, quienes más pueden beneficiarse.

En tiempos económicos inciertos, en donde no deseamos que nuestra empresa cierre sus puertas, no basta con solo resistir o soportar, esperando que el mercado mejore; hay que adaptarse, aceptar los nuevos cambios económicos, aprender de las problemáticas y es justo en este momento de duda, stress e impaciencia, donde la calidad se vuelve una brújula, no como un conjunto de reglas estrictas e inamovibles o un control excesivo, sino como una cultura de trabajo en equipo, con una misma misión, comprometido con la mejora continua de la empresa, con el servicio al cliente y con la dignidad laboral.

Cuando tengamos la necesidad de preguntarnos “a quien puedo recortar”, tomemos un momento y antes preguntémonos “cómo pueden mejorar y hacer más eficiente lo que ya realizó”. Y ahí es donde la calidad, más que una herramienta, se convierte en una filosofía de supervivencia.

La calidad no elimina la incertidumbre, el miedo, ni nos asegura que obtendremos los resultados esperados, pero sí propone una herramienta para avanzar con firmeza y seguridad, teniendo la confianza de que estamos en el camino correcto.

La autora es Miembro de la Comisión de la Norma de Gestión de Calidad.

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